Recuerdo perfectamente por qué
decidí meterme en la carrera de Filología. Era una de esas raras personas que
disfrutaba con los análisis morfológicos y sintácticos, en general, con todo lo
que tuviese que ver con la lingüística. Recuerdo que también no sentía una
especial atracción hacia la literatura. Me gustaba, pero no era lo que más
motivaba. ¿Por qué voy a pasarme horas leyendo líneas y líneas de palabras, si
puedo verme una película adaptada en menos de dos horas?
Una vez inicie mi carrera,
comencé a descubrir un mundo que, aunque lo hubiese tenido cientos de veces
ante mis ojos, me fascinaba. No sé si fue por la madurez que viene consigo el
ser un estudiante universitario, el salir de la monotonía de Erandio, el pequeño
pueblo de la margen derecha del que provengo, y descubrir caras e historias
totalmente desconocidas para mí, e incluso ir construyendo historias
fascinantes a medida que pasaba el tiempo. O quién sabe, quizá no había dado
hasta ese momento con el profesor adecuado.
Sea lo que sea, la literatura se
ha convertido en algo esencial para mí, y creo que puede ser algo vital para todo
el mundo. De hecho, debería serlo. Precisamente porque quiero compartir con mis
alumnos lo que la literatura ha supuesto para mí, la experiencia de adentrarte
en el mundo que ha creado un autor a saber hace cuántos años. Ya pueden ser 100
años o 1000, que, por muy lejano que parezca, puedes llegar a sentirlo muy
cerca.
Mi intención como futura docente
es que mis alumnos no encuentren en la literatura un castigo, una imposición,
un libro que tienen que leer porque mañana toca control de lectura. Me gustaría
que mis alumnos disfruten con la literatura, que se intriguen, que se
emocionen, que rían, que se enfaden. Sea lo que sea, que aquello que lean les
mueva, les haga sentir. Que si sienten frustración es porque el libro acaba, y
no porque no les da tiempo leerse el libro para el examen que tienen siguiente día. ¿Qué cómo lo
voy a conseguir? No lo tengo claro…. Pero haré todo lo que pueda para
motivarles, y hacerles ver el poder de las divinas palabras.
Comentarios
Publicar un comentario